¿Por qué comemos dulce cuando estamos tristes?
Muchas personas relacionarán, en gran medida gracias al cine y la televisión, el comerse un bote de helado cuando se está triste. Una ruptura, un fracaso, un momento de tristeza se relacionan con el sentarse en un sofá y comerse un litro de helado; pero más allá de lo que vimos en la televisión, ¿existe una necesidad real de comer dulce cuando estamos tristes?
La biología nos lo explica:
Explicado de la manera más simple posible, al comer alimentos dulces aumentan los niveles de distintos neurotransmisores en nuestro cuerpo que funcionan como antídoto de la tristeza y el estrés.
El que nuestro estado de ánimo mejore tras comer algo dulce, no es una cuestión subjetiva, distintos estudios han demostrado que el estado de ánimo mejora tras una dosis de dulce.
Aquí es importante saber que el cuerpo produce la serotonina a partir de un aminoácido llamado triptófano. Cuando ingerimos azúcar, la serotonina aumenta. Al recibir este impulso de serotonina nuestro estado de ánimo mejora.
Muchas personas relacionarán, en gran medida gracias al cine y la televisión, el comerse un bote de helado cuando se está triste. Una ruptura, un fracaso, un momento de tristeza se relacionan con el sentarse en un sofá y comerse un litro de helado; pero más allá de lo que vimos en la televisión, ¿existe una necesidad real de comer dulce cuando estamos tristes?
No hay que comerse los sentimientos:
No hay nada de malo en comerse un postre de vez en cuando, o sacar una barrita de chocolate cuando andemos ansiosos o estresados, pero comer azúcar no debe ser la solución a nuestros problemas.
Para lograr este cambio, se recomienda sustituir lo dulce por alimentos ricos en triptófano.
Algunos de los alimentos que contienen triptófano son los plátanos, la carne de res, el pavo, los frutos secos, los cacahuetes, las semillas de calabaza o el queso.
Comerse un postre no debe ser algo que realicemos para acabar con nuestra tristeza, al contrario, debe ser para reforzar un momento feliz. Ya sea para saciar un antojo, comer en compañía de la familia o amigos, viendo la tele o una película.